lunes, 21 de enero de 2008

Dilema del pecado

Soy acosado por la gran confusión
Por el gran dilema del vampiro
Del que ahora intenta salvar su alma.
Y que en este instante quiere ser ángel
Ahora pruebo salvarte de la infusión
Ya no inhalar mas tu respiro
Evitar darte mas piezas de mi alma
Y evitar que conmigo florezcas a arcángel.

Y al pasar mi nariz por tu nariz
Ya no lo puedo impedir
Saboreo entre mis labios tu aliento
Inhalo el soplo de tu respiro
No sonrío, soy feliz
Que mas te puedo pedir
Yo soy el espíritu del viento
Descuido por el que apuntan soy vampiro.

Y si mis labios bajan por tu boca
Y si mis colmillos se encuentran con tu cuello
Entonces serán besos encubiertos esplendorosos.
Y será la infusión de la carne indemne
Del estigma en el punzón que evoca
La roja gota que suple del alma aquello.
Y se hundirán los dos lascivos no dolorosos,
En la duda que tu carne va a concederme.

Y te corrompiere con la muerte que te dará vida
Contagiándote del sabor de mi boca maldita
Mientras le quito el alma a tu glorioso aspecto.
Con la culpa de saber que te vedo tu existencia
Te estafare toda tu alegría, te volveré una perdida
Y sentiré el pecado de haberte hecho muerta.
Y te mostrare que hay bajo el embrujo del espectro
Y veremos que no todo lo que hay es apariencia.

Y me perseguirá el tropiezo en cada sueño
En la ingenuidad del pecado de mi inocencia.
Donde los justos pagan por pecadores
Y morimos sin razones al buscar la vida.
Tu nunca vas a ser mía, tan solo seré dueño
De tu condena de vida, y de tanta experiencia.
Que transferirás a mi con tu piel sin dolores
En el conflicto del dilema de la fastuosa mordida.

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